julio 09, 2009

Sumeria y la escritura cuneiforme

La escritura cuneiforme está aceptada comúnmente como la forma más temprana conocida de expresión escrita de la que se han encontrado restos arqueológicos (el equipo de Günther Dreyer, del Instituto de Arqueología Alemán halló en 1997, en Umm el-Qaab, Abidos, un conjunto de 300 vasijas y tablillas de arcilla datadas mediante carbono-14 de 3300 a 3200 a. C. Posiblemente, los más antiguos documentos de escritura conocidos). Creada por los sumerios a finales del cuarto milenio a. C. Esta escritura surgió como un sistema de pictogramas. Con el tiempo, las representaciones pictóricas se simplificaron y se hicieron más abstractas, dando lugar a lo que se conoce como escritura cuneiforme.
El alfabeto sumerio fue adaptado para la escritura de las lenguas acadia, elamita, hitita y luvita e inspiró a los alfabetos del antiguo persa y el ugarítico.
Los signos cuneiformes eran escritos por escribas mediante cuñas, sobre tablillas casi siempre de arcilla (muy escasamente grabados en metal), que luego se guardaban en una suerte de primitivas bibliotecas, escrupulosamente organizadas, que servían para el aprendizaje de futuros escribas. Estas bibliotecas pertenecían a la escuela de cada ciudad o, a veces, a colecciones particulares. Las tabillas estaban escritas en columnas (variantes en número), que indicaban:
  • La serie y el número de la tablilla en esa serie, para su correcta catalogación.
  • Texto.
  • Colofón, que contiene a su vez la primera línea de la siguiente tablilla, el propietario de la tablilla, el año de reinado del soberano correspondiente, en ocasiones los títulos del mismo, la ciudad de la escuela y el nombre del escriba y raramente, el autor.
(wikipedia)


Uno de los mayores descubrimientos de textos acadios tuvo lugar en las ruinas de una biblioteca reunida por Assurbanipal en Nínive; Layard y sus colegas sacaron de aquel lugar más de 25.000 tablillas, muchas de las cuales eran descritas por los antiguos escribas como copias de «textos de antaño». Un grupo de 23 tablillas terminaba con la frase: «tablilla 23a: lengua de Shumer sin cambiar». Otro texto llevaba una enigmática frase del mismo Assurbanipal:
El dios de los escribas me ha concedido el don de conocer su arte.
He sido iniciado en los secretos de la escritura.
Puedo incluso leer las intrincadas tablillas en shumerio;
comprendo las enigmáticas palabras talladas en la piedra
de los días anteriores al Diluvio.
Se han encontrado muchas canciones de amor sumerias; indudablemente, se cantaban con acompañamiento musical. Sin embargo, la más conmovedora es una canción de cuna que una madre compuso y cantó a su hijo enfermo:
Ven, sueño; ven, sueño; ven a mi hijo.
Apresúrate, sueño, en venir hasta mi hijo;
haz dormir sus inquietos ojos...
Estás sufriendo, hijo mío;
estoy turbada, estoy atónita,
miro fijamente a las estrellas.
La luna nueva brilla en tu rostro;
tu sombra derramará lágrimas por ti.
Échate, échate en tu sueño...

Que la diosa del crecimiento sea tu aliada;
que tengas un guardián elocuente en el cielo;
que alcances un reino de días felices...
Que una esposa te sirva de apoyo;
que un hijo sea tu suerte futura.

Lo que más impacta de la música y de las canciones sumerias no es sólo la conclusión de que Sumer fuera la fuente de la música occidental en su composición estructural y armónica. No menos significativo es el hecho de que, si leemos su música y escuchamos sus poemas, no nos suenen extraños o ajenos en absoluto, ni siquiera en lo más profundo de sus sensaciones y sus sentimientos. De hecho, al contemplar la gran civilización sumeria, no sólo nos encontramos con que nuestra moral, nuestro sentido de la justicia, nuestras leyes, nuestra arquitectura, nuestras artes y nuestra tecnología tienen sus raíces en Sumer, sino que, además, las instituciones sumerias nos resultan muy familiares, muy cercanas. Parecería que, en el fondo, todos fuéramos sumerios.
(El 12º Planeta - Zacharia Sitchin)

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