febrero 14, 2014

Mictlantecuhtli, señor del inframundo maya

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Junto a los templos, los manantiales y petroglifos, en el mundo prehispánico las cuevas se convirtieron en algunos de los elementos sagrados. Lugares como el Cerro de la Estrella -ubicado al oriente de la Ciudad de México-, representaban una articulación cósmica, que evocaba la oposición dual y complementaria de las fuerzas y esencias que constituían el equilibrio del universo mesoamericano.

Según las cronistas, la cosmovisión indígena señalaba la importancia de las cuevas como el enlace entre lo terrestre y el Inframundo o el Mictlán, donde moraba el señor de los animales. En cierto sentido estos lugares eran un importante lugar de culto de los grupos cazadores. A su vez, en el Mictlán reinaba Mictlantecuhtli, uno de los más importantes dioses prehispánicos.

Según los historiadores, Mictlantecuhtli es una de las divinidades más importantes de la cultura mesoamericana. Tal deidad destaca en diversas culturas prehispánicas, como la maya o la azteca, figura de igual manera en esculturas y códices del México antiguo, y su imagen esquelética o semidescarnada se encuentra presente desde el arte preclásico de Tlatilco e Izapa.

Las imágenes del dios del Inframundo aparecen en la mayoría de las culturas indígenas, con excepción de Teotihuacan -donde sus representaciones son escasas-, sin embargo, durante el Clásico esta deidad y sus símbolos adquieren formas ortodoxas y se reproducen profusamente.

Por ejemplo, en la escultura maya sus expresiones son plasmadas en calaveras, huesos cruzados, mandíbulas, el «signo de división» y los «ojos de la noche». Tiempo después, la imagen completa de Mictlantecuhtli se convertiría, junto con las de otros dioses, en una de las más recurrentes en los códices posclásicos Madrid, París o Dresde.

Para muchos, Mictlantecuhtli resulta imponente, pues sus representaciones siguen el concepto estético del terror -manifestado en otras deidades-, el cual vislumbra una relación de temor y respeto del creyente ante la trascendencia del culto a los dioses.

Se dice que Mictlantecuhtli, también conocido como Ixpúztec [«Rostro quebrado»], Nextepehua [«Esparcidor de cenizas»] y Tzontémoc [«El que baja de cabeza»], no era la única deidad de la muerte adorada por los mexicas. En ese nivel mortuorio, pero de menor importancia, los mexicas adoraban a divinidades como Mictecacíhuatl, Acolnahuácatl, Acolmiztli, Chalmécatl, Yoaltecuhtli, Chalmecacíhuatl y Yoalcíhuatl.

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El calendario es un buen ejemplo de la influencia de Mictlantecuhtli en la vida cotidiana de los antiguos nahuas. En el ciclo de 365 días se hace presente en la fiesta doble integrada por las veintenas de Miccailhuitontli y Huey Miccaílhuitl.

Por otro lado, en el ciclo de 260 días, Mictlantecuhtli aparece a la vez como sexto Señor del Día, quinto Señor de la Noche, patrón del día Itzcuintli, de la trecena que inicia el 1 Técpatl y su imagen es el signo del día Miquiztli. Mientras que en la lámina 56 del CÓDICE BORGIA, Mictlantecuhtli y Quetzalcóatl son representados como principios opuestos y complementarios, como la muerte y la exhalación de vida que forman el ciclo básico del universo.

El dios del Inframundo aparece en dos textos básicos de la cultura prehispánica como la LEYENDA DE LOS SOLES y el POPOL VUH, donde los dioses de la muerte se enfrentan y son burlados -temporalmente- por Quetzalcóatl, en el primer caso, y por los gemelos divinos, en el segundo.

A diferencia de otros dioses del Inframundo en otras culturas del mundo, Mictlantecuhtli ejercía ciertas funciones que resultan paradójicas como las de otorgar y fomentar la vida. Algunos investigadores analizaron el papel protagónico de Mictlantecuhtli en escenas referentes a la penetración, el embarazo, el corte del cordón umbilical y la lactancia.

Este tipo de cuestiones se encuentran en los códices Borgia, VATICANUS B y FEJÉRVÁRY-MAYER. No obstante, este extraño protagonismo tiene su explicación en el poder regenerativo de los huesos-semillas, evidente no sólo en el célebre viaje de Quetzalcóatl al Mictlan, sino también en el CÓDICE VINDOBONENSIS, donde las deidades que generan la descendencia -las diosas del pulque y la milpa- poseen rasgos esqueléticos.

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Con todo y sus facultades generativas, en los rasgos de Mictlantecuhtli predomina un carácter mortuorio. Basta recordar imágenes como las de la Casa de las Águilas, semidescarnadas, con garras amenazadoras y, en muchos casos, relacionadas con animales como la araña, el ciempiés, el alacrán, el búho y el murciélago.

Pues ante todo, el Dios de la Muerte es un devorador insaciable de carne y sangre humanas. En ciertas pictografías aparece como un activo sacrificador armado con un hacha o de un cuchillo de pedernal y presto a extraer el corazón de sus víctimas. Además, en códices como el Borgia o en las máscaras-cráneo descubiertas en el Templo Mayor, su nariz y lengua simulan unos filosos cuchillos.

En vasos policromos y códices mayas, la deidad participa en ejecuciones y siniestras escenas de autodecapitación, muerte violenta y sacrificio. Por tal motivo, no es extraño que el Señor del Mundo de los Muertos inspirara tanto terror en los creyentes. Quizá por este motivo, en la lámina 22 del Códice Dresde, tiene dos veces el signo de cráneo.

Mictlantecuhtli se consideraba el amo y señor del Mictlán, que según los nahuas del siglo XVI era un lugar desértico, espacioso y sumamente oscuro, un «sitio sin orificios para la salida del humo». Se cuenta que ante tal evidencia, estudiosos como Fray Alonso de Molina registraron en su Vocabulario como un sinónimo de cosa oscura y tenebrosa, la frase yuhquim micqui itzinco que significa literalmente «como en el culo del muerto».

Pero no sólo los nahuas construyeron una concepción de tal escenario, los mayas, por ejemplo, utilizaron como uno de los nombres del Inframundo el término Xibalbá. En quiché esta palabra significa «lugar de miedo» y en yucateco xibil significa «temblar de miedo, espantarse o erizarse los cabellos».

El Mictlán también es definido como un temible lugar de tormentos, pestilente, en el que se bebe pus y se comen abrojos [plantas de tallos largos y espinosos]. Cronistas como TORQUEMADA, narran que los tlaxcaltecas suponían que en el Inframundo las almas de la gente común se convertían en comadrejas, escarabajos hediondos y en otros animalejos.

Esta última leyenda coincide con otra de los quichés, los cuales relataban las andanzas del valeroso Ixbalanqué, quien al vencer al poderoso Señor de los Muertos le dio un puntapié y dijo: «Vuélvete, y sea para ti todo lo podrido y desechado y hediondo». En la actualidad, los otomíes de la Huasteca tapan las cuevas con costales, pues de allí emanan aires cargados de enfermedad, muerte y olor a podredumbre.

Tales situaciones otorgan un carácter místico, pero al mismo tiempo siniestro a la deidad, la cual resulta una de las más interesantes en la cosmovisión del mundo mesoamericano.
CURIOSIDADES

Ciertos historiadores y cronistas comentan que las mayores expresiones de Mictlantecuhtli se encuentran en las culturas azteca, zapoteca y mixteca. En éstas, él y su esposa Mictecacíhuatl, rigen el mundo subterráneo o reino de Mictlán. De igual forma se sabe que Mictlantecuhtli ejercía su soberanía sobre los «nueve ríos subterráneos» y sobre las almas de los muertos. A menudo se le representa como el esqueleto de un humano con una calavera con muchos dientes, pero también se creía que el dios era Mictlantecuhtli en su forma masculina, y Tlantecuhtli cuando era mujer. 

Fuentes: 
Imágenes: Deviantart

febrero 03, 2014

Shugendo


El Shugendō (修験道?) es una religión o secta Budista, sincrética y con una tradición mistica-espiritual originada en el Japón pre-feudal, en donde la iluminación era equiparable con el logro de la unidad de los kami (神?). Esta percepción de "despertar" por la experiencia se obtuvo a través del entendimiento de las relaciones entre el hombre y la naturaleza, centrado en el ascetismo (la práctica de vivir en las montañas).

El enfoque o la meta del Shugendō es el desarrollo de la experiencia y el poder espiritual. Con los trasfondos de los cultos de las montañas, el Shugendō incorpora creencias o filosofías del Antiguo Sintoísmo, así como el animismo popular, y además de un desarrollo como del Taoísmo y el Budismo esotérico llegado a Japón. El asceta y místico del siglo VII En no Gyōja es usualmente considerado como el primer organizador del Shugendō como una doctrina. Shugendō literalmente significa "el camino del entrenamiento y la prueba" o "el camino al poder espiritual a través de la disciplina.

Con sus origenes en solitario en hiriji en el siglo séptimo, el shugendō evolucionó en una amalgamación entre Budismo esotérico, Sintoísmo y muchas otras religiones influyentes, incluyendo al Taoísmo. El Budismo y el Sintoísmo fueron amalgamadas en el shinbutsu shūgō, y la visión sincrética de Kūkai efectuó numerosas influencias hasta el final del Periodo Edo, coexistiendo con los elemento sintoístas en el shugendō.

En 1613 (Periodo Edo, el Shogunato Tokugawa emitió una regulación, obligando a los templos shugendō a estar bajo los templos Shingon o Tendai.

Durante la Restauración Meiji, cuando el Sintoísmo fue declarado una estado religioso separado del Budismo, el shugendō fue censurado, como una superstición que no encajaba para el nuevo e iluminado Japón. Algunos templos shugendō se convirtieron oficialmente declarados al sintoísmo.

En la cultura moderna, el shugendō es practicado principalmente por las sectas Tendai y Shingon, reteniendo su influencia en la religión y cultura japonesa. Algunos de los templos son: Kinpusen-ji enYoshino (Tendai), Santuario Ideha en Dewa Sanzan, Daigo-ji en Kyoto (Shingon)

En no Gyoja, Eight Boy Attendants, Two Demon Attendants (Zenki & Goki). Framed Panel, Color on Wood. H = 57 cm, W = 125.9 cm. Kamakura Era, Dated 1331. Rinno-ji Temple, Tochigi. Source: Taoism Art Catalog.

Aquellos que practican shugendō son denominados de dos formas: shugenja (修験者) que significa "una persona que se entrena y prueba", que es "una persona de shugen". O yamabushi (山伏), que significa "él que se oculta en las montañas". Criaturas sobrenaturales aparecen regularmente como yamabushi en la mitología y folclore japonés, como es evidente en algunos cuentos del legendario Sōhei Saitō Musashibō Benkei y de la deidad Sōjōbō, rey de los Tengu (espíritus de la montaña). Practicantes del shugendō son los mayores descendientes de los antiguos monjes Kōya Hijiri del siglo VIII y IX.

yamabushi-suigyou-wadaphotos Shugendo
Suigyō 水行 -- Water Purification Ceremony
Photo Yoshio Wada wadaphoto.jp

Los shugenjas modernos en Japón y a través de todo el mundo son conocidos por auto-actualizar sus poderes espirituales formándolos a través de competencias y a través de rigurosas pruebas rituales de coraje y devoción conocidas como shugyō. Peregrinajes que involucran escalada de montaña son realizados por estos y, a través de la experiencia obtenida por cada travesía tanto como por los años de estudios, son el medio para avanzar de rango. Los rituales son mantenidos en secreto para los nuevos shugenja en el mundo. Este denju asegura la real fe de los neófitos y los mantiene con miedo a lo desconocido, como al comenzar una nueva austera travesía. Este secreto nació bajo episodios previos de persecución y opresión de los shugenja por la amenaza de la hegemonía militar. Algunos shugenja modernos mantienen la práctica del relativo anonimato en sus vidas diarias.


Tráiler del documental Shugendo Now de Jean-Marc Abela y Mark Patrick McGuire



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