diciembre 30, 2013

Seres de las leyendas de Japón

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Aoandaon



El Aoandaon (de Ao: Azul / Andon: Lámpara de papel) es un espíritu peligroso dentro de la mitología japonesa; se piensa puede ser invocado cuando se juntan 100 personas a contar cada uno historias de terror. En la época Edo, era una costumbre muy popular. Cada persona debía traer consigo una vela, la cual tendría que ser puesta en un andon de papel azul, para dar un toque más terrorífico al ambiente. Cada persona contaría una historia de terror o sobrenatural, y al terminar, apaga su andon. Cuando el último quede apagado, se presenta el Ao-Andon. Se dice que es igual a un hombre, pero su piel es azul, posee 2 cuernos y unos dientes filosos. Al ser invocado, hará realidad las historias contadas.

Betobeto-san



Es un yōkai (una especie de espectro) conocido en la prefectura de Nara como Betobeto-san. Asusta a los caminantes nocturnos haciendo sonar sus pasos pero nunca se muestra. Quienes saben de su existencia pueden decir "Betobeto-san, por favor, vaya por delante”; entonces los pasos se detienen y pueden seguir su camino en paz.

El Doro-Ta-Bo



Hubo una vez un granjero pobre, pero muy trabajador, que se las arregló para convertir un pedazo de tierra descuidada en un hermoso cultivo. Un día, el pobre granjero murió, y su hijo, irresponsable, haragán y deshonesto, se pasó el tiempo bebiendo y jugando, y cuando llegaron los problemas de dinero, vendió la granja de su padre. Una noche, el alma del padre emergió del lodo que antaño fue su huerta, y comenzó a llorar por su campo devastado. Desde esa noche, se escucha al granjero muerto llorar en su terreno muerto.

Hitodama




Es un término del folclore japonés que hace referencia a la aparición de las almas cuando abandonan el cuerpo antes de ir al otro mundo. Las almas de los que recién mueren toman forma de esferas de fuego, por lo general de color azul pálido, algunas veces verdes. Estas esferas poseen colas largas y como se cree, son fantasmas estafadores. Las hitodamas, origina los fuegos fatuos que a veces pueden verse sobre las tumbas humanas. Por lo general se encuentran cerca de los cementerios y en bosques sombríos durante el verano verano. También pueden ser vistas cerca de personas enfermas a punto de morir.

Yukionna (La mujer nieve)



Es una joven de piel blanca, esbelta y muy atractiva. Se les aparece a los que están agotados por luchar contra una tempestad de nieve, los calma y los duerme hasta que pierden el conocimiento y mueren. A veces se reencarnan en una mujer bella y se casa con un hombre al que finalmente mata.

Yamamba (la mujer de la montaña)



Es un viejo demonio en forma de una anciana fea con el cabello blanco desgreñado y que vive en el fondo de la montaña. Ronda los montes y se aparece de formas muy variadas. Su nombre se usaba antiguamente para todos los espíritus femeninos de las montañas. A veces adopta un aspecto aterrador y come a los humanos que se encuentre en el camino, y en otras ocasiones hace cosas buenas a quien la encuentra, todo depende de quien sea la persona a quien se le aparezca.

Toire no Hanakosan



Esta fantasma no hace maldad y se dice que cuida el baño de las escuelas, por eso los profesores le suelen decir a los niños que si no mantienen limpio el baño la Hanakosan va estar triste.

Nopperabo



Este es un fantasma sin rostro se le encuentra caminando por las calle oscuras con la cara hacia abajo. Quien la saluda con un konbanwa (buenas noches), puede ver su rostro sin ojos, boca, ni nariz.

Shura




















Los shura o espíritus enfurecidos habitan el cielo y se reúnen para luchar entre ellos en grupos hostiles. Su aspecto es el de los guerreros, sus gritos son como el trueno. Los shura son reencarnaciones de guerreros muertos en combate, son todos machos y reencarnan el espíritu del odio y la venganza. A los shura se les confunde normalmente con otros tipos de seres de origen chino, unos ogros aéreos llamados tengu.

Oni




















Los Oni (ogros) son fuerzas malignas responsables de todas las desgracias, como las enfermedades y las hambrunas, que también pueden robar almas y tomar posesión de personas inocentes. Aunque se considera a algunos Oni dotados con la capacidad de asumir forma humana o animal, o ambas, la mayoría resulta invisibles a los ojos humanos. Los adivinos, las sacerdotisas y las personas especialmente virtuosas pueden detectar a veces a estos demonios.

Su aspecto normalmente es el de un ser humanoide medio desnudo, con un taparrabos de piel de tigre, su cara es aplanada con una amplia sonrisa de oreja a oreja, su cabeza está provista de unos cuernos y a menudo lucen un tercer ojo, en las manos y los pies tienen tres dedos provistos de afiladas y puntiagudas uñas. Pueden andar por tierra o volar, en la mano derecha llevan una barra de hierro con afiladas púas. Estos demonios aparecen montados en una carreta en llamas para apoderarse del alma de un malvado antes de morir. Pese a su aterrador aspecto suelen aparecer en historias cómicas en las que se les ridiculiza.

Kitsune (el zorro)



El Kitsune es capaz de poseer a las personas; cuando un zorro posee a alguien esta persona empieza a actuar como loco y se pone a comer aceitunas y budín de soya frita (el alimento preferido del zorro). Cuando la persona vuelve a la normalidad no se acuerda de nada. Pero el zorro, además de las locuras que hace, también es el guardián de los niños perdidos en las montañas a los cuales brinda protección hasta que encuentran su hogar. Además el Zorro es parte de uno de los “kami” (dioses) más importantes del shintoismo, llamado Inari, el cual tiene un santuario propio.

Tanuki (Mapache)



El Tanuki es mucho más gracioso y loco que el zorro; es un adicto al licor, la comida y las fiestas. Para poder entrar a las fiestas a satisfacer sus deseos cambia su figura por algún invitado, de esta manera come y bebe mucho sake (que es lo que mas le gusta). El Tanuki siempre lo describen llevando una gorra de paja en la espalda, una gran botella de sake, una gran barriga y … unos grandes… grandísimos testículos.

Fuente: pspain.com / marcianosmx.com

diciembre 18, 2013

Maratón + Termópilas

Aranthulas
Grandes Batallas de la Historia
History Channel

La batalla de Maratón + La batalla de las Termópilas

diciembre 10, 2013

Newgrange (Irlanda)

El Valle del río Boyne (Bru Na Boinne, en gaélico) debió resultar muy atractivo para las gentes del Neolítico. Además de una tierra fértil, aquí tuvieron un espeso bosque, lleno de madera y caza, depósitos de pedernal y un río que, además de la pesca cotidiana, les permitía salir al mar en sus rudimentarias embarcaciones de cuero. En definitiva, un lugar ideal para vivir. Pero, ¿era sólo esto lo que les llevó a elegir este lugar a aquellos pobladores que construyeron un monumento de la envergadura de Newgrange?



El túmulo (igualmente podríamos llamarlo templo solar o santuario) de Newgrange se ha hecho célebre por su alineación solar con el solsticio de invierno. Para aquel pueblo megalítico debía ser esa un fecha tan sumamente importante como para tomarse el trabajo de construir este enorme edificio (80 metros de diámetro por 12 de alto) como homenaje al sol naciente del año nuevo, que venía a simbolizar la continuidad de la vida, al iniciar un nuevo ciclo anual.

Desde su construcción, y sin contar los años en que la entrada estuvo derrumbada y Newgrange sólo era un montículo en medio del campo, los primeros rayos del sol del 21 de diciembre entran por la puerta, rompiendo la oscuridad de la cámara central, después de haber teñido las paredes de un intenso color dorado. El proceso completo de este momento mágico (siempre que la meteorología invernal lo permita) tarda unos 20 minutos.

Todo tipo de teorías han visto la luz desde que se descubrió, casi casualmente, su existencia: Lugar de enterramiento para la realeza, templo solar, observatorio astronómico, lugar de rituales iniciáticos para los druidas, homenaje a los ancestros, celebración de la fertilidad cuando el sol penetraba hasta el interior de la tierra... Y es posible que todas las especulaciones estén en lo cierto y que este gran centro megalítico haya servido para todo eso y más para los distintos pueblos que fueron asentándose en el Valle del Boyne a lo largo de milenios.

La teoría que podríamos llamar más druídica tal sea la de que ese primer rayo de sol se llevaba a los espíritus de quienes habían fallecido a lo largo del año anterior, como un rayo tractor que los transportase a un lugar donde serían preparados para una nueva vida. Eso hace pensar que incluso la entrada permanecería habitualmente cerrada, ya que se han encontrado dos bloques de cuarcita que encajan perfectamente en las dos aberturas; sólo se quitarían en determinadas ceremonias, e incluso posiblemente sólo en la del solsticio de invierno. En cualquier caso, fuera cual fuese el motivo, sus constructores dejaron muestras de una gran capacidad técnica y de unos excepcionales conocimientos astronómicos.


Se han encontrado muy pocos restos de huesos humanos, lo que hace pensar que, como tumba, estaba reservada a elementos muy escogidos de su sociedad. Algunos arqueólogos piensan que, a lo largo de tanto tiempo y culturas diversas, y teniendo en cuenta la escasez de espacio, bien puede darse el caso de que los restos más antiguos, pertenecientes a otro pueblo, fuesen sacados para meter los propios, siendo en todos los casos difuntos de rango real (hay que tener en cuenta la proximidad de la colina de Tara, residencia real de los Ard Ri, o Grandes Reyes de Irlanda). En cualquier caso, no puede considerarse Newgrange como un cementerio, del mismo modo que tampoco lo es, por poner un ejemplo, la catedral de San Patricio, de Dublín, donde también han sido enterrados algunos personajes importantes de Irlanda.

Los símbolos de las rocas que pueden verse a la entrada y alrededor de Newgrange también han tenido muchos tipos de interpretaciones, desde las meramente ornamentales hasta la representación de mapas estelares del pueblo que las construyó o mapas del “otro mundo” para los viajes chamánicos de los druidas. O que cumplían funciones similares a los mandalas orientales, en las que los “hombres sabios” se concentrarían para ciertos rituales en los que accederían a determinados estados de consciencia. El uso de ciertos cantos y/o la ingestión de hongos alucinógenos u otro tipo de sustancias completarían el cuadro.

Se ha establecido la época de construcción de Newgrange en el 3200 aC (mil años antes que la edad oficial de Stonhenge), en el seno de una sociedad próspera y pacífica. Eso permitió que se pudiese disponer de suficientes personas y medios como para acometer tal proyecto. Además de la mano de obra en bruto para cortar árboles y transportar las piedras hasta la cima de la colina, también requirió de personal más especializado, como los que hoy llamaríamos arquitectos e ingenieros; y sin olvidar a quienes grabaron las rocas con signos que hoy en día, perdidas las claves, resultan tan difíciles de interpretar. En definitiva, un trabajo que bien pudo mantener ocupadas a varias generaciones, que sin duda gozaron de un largo periodo de estabilidad.

Las piedras son de arenisca y cuarzo y fueron recogidas por un área amplia en torno a la colina; para las de granito necesitaron alejarse hasta 80 kilómetros al sur. Las rocas más grandes, y de ellas hay más de cuatrocientas, miden alrededor de cuatro metros y pesan varias toneladas. Se supone que fueron trasladadas sobre plataformas de troncos; según iban avanzando, los troncos que quedaban atrás se iban colocando delante, mientras muchos hombres tiraban de largas cuerdas. Y todo eso por un terreno boscoso. Una vez subidas a la colina, tuvieron que ser precisos algunos artilugios tipo grúa para levantarlas y dejarlas clavadas en su sitio. Claro que, como ocurre con todos los monumentos megalíticos, siempre da por pensar si no disponían de algún tipo de tecnología que les permitiese mover las enormes masas pétreas con tal precisión.

Seguramente las piedras pequeñas fueron sacadas del lecho del cercano río y de los terrenos colindantes, pero su transporte no hay que menospreciarlo, pues se calcula que suman alrededor de doscientas mil toneladas de peso.

Muchas piedras horizontales del exterior forman una especie de bordillo y están profusamente decoradas, a martillo y cincel, con infinidad de formas geométricas distintas, aunque destacan sobre todo las espirales, una de las cuales, la triple espiral que se encuentra en la piedra que precede a la entrada, se ha tomado como símbolo del centro Brú na Boinne, desde donde parten las visitas.

Todas las imágenes son abstractas, sin que aparezca ninguna representación de personas, animales u objetos identificables. También se da el hecho curioso de que muchas están grabadas por todas sus caras. Esto hace pensar que, o las piedras podían girarse en determinadas épocas o que con el paso del tiempo hicieron falta nuevos símbolos y decidieron reutilizar la roca; también cabe la posibilidad de que no sólo se grabasen para que la viesen los vivos.

Al contrario que el exterior, la cámara ha precisado poca restauración, aunque es fácil imaginar que han desaparecido muchas cosas de su interior (en el siglo XVIII algunos irlandeses buscaron calderos de oro supuestamente escondidos aquí). Destaca especialmente el techo, con largas piedras superpuestas que van dejando la cúpula cada vez más pequeña, hasta llegar a la roca superior. Y todo está tan bien ensamblado, con la ayuda de una mezcla de arcilla y arena para tapar los agujeros, que es completamente impermeable, lo cual ha ayudado mucho a su conservación a lo largo de 5.000 años.

También en la cámara hay una piedra granítica profusamente labrada. Teniendo en cuenta su tamaño, es imposible que fuese metida tras la construcción del edificio, por lo que bien pudiera ser una especie de piedra sagrada, en torno a la cual se edificó todo lo demás, tras haber cumplido sus funciones al aire libre, en lo alto de la colina.

LOS CONSTRUCTORES
Los arqueólogos suponen que unos 4.000 años aC llegó a este valle un pueblo de granjeros, remontando el río Boyne, tras haber navegado por el océano desde el sur de Europa, y muy probablemente desde la Península Ibérica. Se han encontrado evidencias de barcos tipo currach (armazón de madera recubierto de cuero) de 10 metros de largos, capaces de transportar hasta 3 toneladas de peso; esto hace pensar que aquellos primeros pobladores bien pudieron enfrentarse a los riesgos del mar trayéndose consigo incluso los animales propios de sus granjas.

Aquellos granjeros neolíticos encontraron una isla cubierta de bosques donde asentarse definitivamente. No podemos saber si tan largo y peligroso viaje lo hicieron por algún designio de tipo espiritual (en la antigüedad se hacían muchas cosas, que ahora nos resultan inexplicables, por “razones sagradas”) o huyendo de algún pueblo más fuerte que se asentó en sus anteriores tierras. En todo caso, el espíritu de supervivencia y de alcanzar un tipo de vida mejor estaba presente en ellos.

Utilizando sus hachas de piedra, comenzaron a talar árboles tanto para conseguir madera como para abrir tierras de cultivo. Y así comenzó un nuevo periodo para la vida de esa gente y para la isla. Y aquella comunidad sedentaria debió ser tan próspera como para permitirse el lujo de tener muchos trabajadores levantando el enorme edificio, sin que tuvieran que preocuparse por la penuria de alcanzar la supervivencia diaria.

La cultura que dio lugar a los monumentos en este Valle se mantuvo allí unos cuantos siglos, para ser sustituida por otro pueblo conocedor del bronce (y que también introdujo los caballos). Puede que se mezclasen, prevaleciendo la superioridad tecnológica de los segundos o puede que aquel otro pacífico pueblo desapareciese por completo. En cualquier caso, los grandes túmulos continuaron siendo un lugar sagrado de referencia para todos los pueblos que fueron sucediéndose, aunque el propósito original de sus constructores ya se hubiese perdido.
En el libro sobre los pueblos megalíticos Soñadores del Diluvio (Oberón, 2001), C. Knight y R. Lomas señalan que los constructores de Newgrange necesitaron:
  • Agricultura para producir suficientes alimentos como para que la gente viviera en el mismo lugar durante el tiempo necesario para completar el trabajo.
  • Especialización en las funciones del trabajo.
  • Proveedores de víveres, transportistas, talladores de piedras y constructores.
  • Conocimientos de los movimientos del Sol a lo largo del año.
  • Habilidades constructoras.
  • Habilidades en el trabajo de la piedra.
  • Una visión que los guiara y les diera un motivo para crear esta impresionante estructura y un medio para motivar a los trabajadores para llevar a cabo las tareas necesarias.
  • Alrededor de dos millones de horas de trabajo invertidos en la construcción, en un contexto social que se supone de alta mortalidad infantil y con una expectativa de vida de unos 25 años.
  • Habilidad de organización que les permitieron completar proyectos que debieron durar más años que los de una vida media.

artículo publicado en la revista Año Cero / 2008
© Manuel Velasco

diciembre 09, 2013

Podcast: Dioses, Héroes y Monstruos

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Descripción del podcast: Una de las secciones más queridas por los oyentes de TERRA INCOGNITA es, sin duda, la que nos hace nuestro amigo y compañero Antonio Runa: “Dioses, Héroes y Monstruos”. Con motivo del fin de la temporada del programa, os presentamos un recopilatorio de los DHM que hemos podido escuchar a lo largo de todo el año. Antonio Runa, “el que está llamado a ser el nuevo héroe de los tiempos modernos”, nos relata con su particular dramatismo las proezas y leyendas sobre dioses, héroes y monstruos de las mas variadas civilizaciones y culturas, con un toque divulgativo que solo él sabe impartir.

En este recopilatorio encontramos los siguientes DHM:

- Mjölnir, el martillo de Thor
- La Titanomaquia
- La epopeya de Gilgamesh
- La leyenda del Emperador Amarillo Huang Di
- La cólera de Aquiles
- Las proezas del héroe japonés Yamato Takeru
- Horus vs. Seth
- Especial Perseo y la “Furia de Titanes”






diciembre 03, 2013

Xibalbá, el inframundo maya

En la mitología maya Xibalbá o Xib'alb'a es el mundo subterráneo regido por las divinidades de la enfermedad y la muerte: Hun-Camé y Vucub-Camé. Forma parte importante dentro del ciclo mítico de los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué narrado en Popol Vuh de los mayas quichés. En el siglo XVI, tradicionalmente se le ubicaba a la entrada de una caverna cercana a la localidad de Alta Verapaz, en las cercanías de Cobán, Guatemala.

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El Xibalbá es conocido principalmente por la descripción que de él hace el Popol Vuh (Pop wuj, en k'iche') cuya traducción sería "Libro del Consejo" o "Libro de la Comunidad", descubierto en época posterior a la conquista española en el siglo XVIII, traducido al latín por Fray Francisco Ximénez desde una perspectiva católica. Por lo tanto, se refiere al Xibalbá como el infierno cristiano, un mundo telúrico gobernado por los Ajawab del Xibalbá o los "señores del inframundo".

Sin embargo el concepto de "mal" está explícitamente representado en las características de otros seres de la mitología maya, como Wuqub Qak'ix y su familia, o en defectos en las personalidades de los primeros seres humanos creados. Xib'alb'a no es entonces el infierno, ya que representa a la muerte y la enfermedad, vistas como parte de la existencia y no como castigo. Es más preciso referirse a Xib'alb'a como el inframundo.

Una de las partes del Popol Vuh narra el enfrentamiento entre los Señores de Xibalbá y dos pares de gemelos divinos: en primer lugar Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú, y tras ser derrotados, los hijos del primero de ellos: Hunahpú e Ixbalanqué, que saldrán victoriosos gracias a su ingenio y conocimiento de la magia.

En ambos casos, los gemelos son llamados por los Hun Camé (Uno Muerte) y Vucub Camé (Siete Muerte), señores principales del Xibalbá debido al escándalo que provocan al realizar el juego de pelota, por lo que les retan a jugar en sus dominios.

La derrota de Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú les trae como consecuencia la muerte y el posterior descuartizamiento, siendo colocadas sus cabezas en las ramas de un árbol del mundo inferior que tras esto floreció y dio frutos. De uno de esos frutos saldría la savia que tocaría Ixquic, señora también del Xibalbá, con lo cual quedáría encinta de Hunahpú e Ixbalanqué.

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«Después descendieron al camino que lleva a Xibalbá, de pendientes muy en declive. Habiendo descendido así, llegaron al borde de los ríos encantados de barrancos llamados Barranco Cantante Resonante, Barranco Cantante, que pasaron sobre ríos encantados con árboles espinosos; innumerables [eran] los árboles espinosos, pasaron sin hacerse daño . En seguida llegaron al borde del río de la Sangre , [y] allí pasaron sin beber. Llegaron a otro río, de agua solamente; no habiendo sido vencidos, lo pasaron también. Entonces llegaron allí donde cuatro caminos se cruzaban: allí fueron vencidos, allí donde cuatro caminos se cruzaban. Un camino rojo, un camino negro , un camino blanco, un camino amarillo; cuatro caminos.» Popol Vuh
LA RUTA SAGRADA

En tiempos recientes, Xibalbá se ha convertido en un verdadero reto para arqueólogos e historiadores. Después de varias investigaciones, en el proyecto, titulado «El culto al cenote en el centro de Yucatán», se encontró un vestigio de la puerta al Inframundo. Gracias a las investigaciones, se pudo hallar una cueva donde se encontró una calzada de casi cien metros de largo.

Ésta posee un tipo de cimiento y un sistema constructivo similar al de las calzadas de la zona arqueológica de Chichén Itzá, y la que podría considerarse la puerta al Inframundo se encuentra semioculta. La vía a ésta es una especie de portal natural, tapiado con piedras labradas, y su entrada no rebasa el metro de altura y los 50 ó 60 cm de ancho.

Por si fuera poco, en el yacimiento se encontraron restos óseos humanos y fragmentos de cerámica. También hay esculturas, como la de un sacerdote con el tocado del dios de la muerte, y glifos pintados y grabados. Cabe resaltar que en Yucatán se han reconocido por lo menos 14 sitios con este tipo de elementos rituales, en municipios como Tecoh, Homún, Kantunil, Chocholá y Abalá.

Tras una titánica investigación documental, basada en las crónicas del siglo XVI, donde se mencionan 17 cuevas y cenotes en los que los mayas efectuaban sus ritos, los arqueólogos creen que la tupida selva del Estado oculta muchos más restos de esta cultura prehispánica.

Quizá las cuevas y cenotes son el inicio del camino místico, o al menos ésa es la hipótesis del equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Yucatán y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Los templos dedicados al culto de Xibalbá resultan un misterio, y su descubrimiento un reto similar al de aquel pasaje narrado en el Popol Vuh.


Texto: Wikipedia / marcianosmx.com
Imágenes: Deviantart
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