septiembre 24, 2022

Dijara / Cuélebre

Dijara, tercer disco de Cuélebre

con Yhandros Huergo como axis mundi de un grupo que ha sufrido innumerables cambios desde su origen.

Nuevo folk ancestral ibérico con reminiscencias rituales.


MACHA STEBULO ANI BRUNKO KEBNO SINDO MACHA STEBULO ANI WIKTO STEBULO ANI SINDO URA, KWE SINDO BULATO KEBNO NANKEO STEBULO ANI WIKTO STEBULO ANI BRUNKO KEBNO SINDO MACHA STEBULO ANI AN-KOB-JE SIN EXS-BU WIRTH KWANI KROWO LABRO KWANI WAILI AUSOS BREITO ANKOBJE TRINS BREITO ANKOBJE TRINS

Caminando donde lleva el viento, 
recordando la maldición de Macha. 
La tierra y su olor recuerdos traerán. 
Caminando donde lleva el viento, 
olvidando la falsa verdad. 

Cuando el cuervo habla y el lobo escucha. 
El mensaje se pierde entre los árboles. 

Dos caminos se vislumbran 
¿qué camino indicará el viento? 
¿qué camino mostrará la tierra? 

Cuando el cuervo habla y el lobo escucha. 
El mensaje se pierde entre los árboles.



El disco completo en Bandcamp

septiembre 21, 2022

El tesoro de Sutton Hoo (Museo Británico)


El barco desapareció con el tiempo, pero dejó sus marcas sobre la tierra.

Vamos al Museo Británico, y subimos a la planta segunda, donde está el tesoro de Sutton Hoo, un enterramiento en barco del siglo VII. 

Es muy famoso el yelmo ceremonial, crestado y enmascarado, compuesto por una máscara facial, un protector posterior del cuello, carrilleras y paneles de bronce.

Como es muy similar a los yelmos encontrados en Suecia pertenecientes a la cultura vendel, la Suecia previquinga, se ha podido hacer una recreación que nos permite hacer una recreación que nos permite ver cómo debía lucir originariamente.

Se especula con que la persona enterrada en ese barco fuese el rey Regvaldo de Estanglia, muerto en el 625. De ser así el tal respaldo sería un miembro de la dinastía Wuffing, que se consideraban a sí mismos descendientes de Dios germánico Wotan, el equivalente al Odín de los vikingos.  

Y este rey sería el número 10 en la lista de esta estirpe humana de Wotan.

El tesoro se compone también de un escudo circular de 90 centímetros con un umbo, tiras metálicas y emblemas con las figuras de un ave de presa y un dragón; una espada con pomo de oro y granate.

En las vitrinas laterales podemos ver: Dos cuernos para beber, la reconstrucción de una lira sajona de seis cuerdas, que nos hace pensar en un rey músico, poeta y guerrero,  un caldero de bronce con dos asas anilladas y una cadena de hierro de tres metros y medio.

un cierre de bolso, hebillas y puntas de cinturón, sujeciones de armadura, una lujosa hebilla de oro, un cetro con la figura de un ciervo, platería mediterránea compuesta por distintos cuencos y cucharas de posible origen bizantino.



septiembre 18, 2022

La dama de Shalott

La dama de Shalott  (The Lady of Shalott) es una de las obras más conocidas de John William Waterhouse. Fue pintada en 1888, exhibiéndose en 1894. Actualmente se haya en la Tate Britain de Londres.



Como pintor prerrafaelita, romántico y neoclásico, a Waterhouse le fascinaba la temática medievalista y fantástica. Creó tres obras basadas en el poema de Tennyson, incluido en la antología victoriana clásica: "The Lady of Shalott" (1888), "Lady of Shalott. Looking for Lancelot" (1894), y "I am half sick of shadows, said the Lady of Shalott" (1915). 

Esta trilogía se relaciona con la leyenda artúrica, narrando la historia de Elena, la dama de Shalott, encerrada en una torre donde tejía sin descanso. Un susurro la advirtió de una terrible maldición si miraba hacia Camelot, aunque no sabía en qué consistía. Elena seguía tejiendo incesantemente. Vivía aislada; algunos campesinos afirmaban oírla cantar al amanecer, llamándola hada. Su único contacto con el mundo era un espejo que reflejaba Camelot y lo que tejía mostraba las aventuras de los Caballeros de la Mesa Redonda.

Un día, a través del espejo, Elena vio a Lancelot y se enamoró. Dejó de tejer y, sin poder resistir, miró hacia Camelot. El espejo se rompió, las telas volaron por la ventana y la maldición se cumplió. Elena descendió de la torre y subió a una barca.

En la obra de Waterhouse, se ve a Elena en una barca, dirigiéndose hacia Camelot. Aparece como una muchacha indefensa, con una sencilla túnica blanca en lugar del elegante vestido que solía llevar. Su aspecto es el de una mujer exhausta, resignada a su destino y a su muerte. Su mirada es ausente y sus brazos caen en señal de rendición.

Observando los detalles, se pueden ver las telas en la barca que ella misma había tejido, narrando las aventuras de los Caballeros de la Mesa Redonda y su amor por Lancelot. Las velas, que se apagan a medida que avanza, también tienen un significado importante.

El paisaje inglés de fondo está reducido a trazos de color apagado y los juncos en primer plano se representan con simples pinceladas. La riqueza de colores y los magníficos detalles se utilizan para enfatizar la figura central. Waterhouse se enfoca en la atmósfera y la decoración que ejemplifican "Lady of Shalott", poniendo menos énfasis en el diseño y más en la ambientación.

Texto editado de la Wikipedia


Traducción española del poema de Tennyson

En negrita, el fragmento del poema relacionado con la pintura de Waterhouse.
I

A ambos lados del río se despliegan
sembrados de cebada y de centeno
que visten la meseta y el cielo tocan;
y corre junto al campo la calzada
que va hasta Camelot la de las torres;
y va la gente en idas y venidas,
donde los lirios crecen contemplando,
en torno de la isla de allí abajo, 
la isla de Shalott.
El sauce palidece, tiembla el álamo,
cae en sombras la brisa, y se estremec
esa ola que corre sin cesar
a orillas de la isla por el río
que fluye descendiendo a Camelot.
Cuatro muros y cuatro torres grises
dominan un lugar lleno de flores,
y en la isla silenciosa vive oculta 
la Dama de Shalott.
Junto al margen velado por los sauces
deslízanse tiradas las gabarras
por morosos caballos. Sin saludos,
pasa como volando la falúa,
con su vela de seda a Camelot:
mas, ¿quién la ha visto hacer un ademán
o la ha visto asomada a la ventana?
¿O es que es conocida en todo el reino, 
la Dama de Shalott?
Sólo al amanecer, los segadores
que siegan las espigas de cebada
escuchan la canción que trae el eco
del río que serpea, transparente,
y que va a Camelot la de las torres.
Y con la luna, el segador cansado,
que apila las gavillas en la tierra,
susurra al escucharla: «Ésa es el hada, 
la Dama de Shalott».

II


Allí está ella, que teje noche y día
una mágica tela de colores.
Ha escuchado un susurro que le anuncia
que alguna horrible maldición le aguarda
si mira en dirección a Camelot.
No sabe qué será el encantamiento,
y así sigue tejiendo sin parar,
y ya sólo de eso se preocupa   
la Dama de Shalott.
Y moviéndose en un límpido espejo
que está delante de ella todo el año,
se aparecen del mundo las tinieblas.
Allí ve la cercana carretera
que abajo serpea hasta Camelot:
allí gira del río el remolino,
y allí los más cerriles aldeanos
y las capas encarnadas de las mozas 
pasan junto a Shalott.
A veces, un tropel de damiselas,
un abad tendido en almohadones,
un zagal con el pelo ensortijado,
o un paje con vestido carmesí
van hacia Camelot la de las torres.
Y alguna vez, en el azul espejo,
cabalgan dos a dos los caballeros:
no tiene caballero que la sirva 
la Dama de Shalott.
Pero aún ella goza cuando teje 
las mágicas visiones del espejo:
a menudo en las noches silenciosas
un funeral con velas y penachos
con su música iba a Camelot;
o cuando estaba la luna en el cielo
venían dos amantes ya casados.
«Harta estoy de tinieblas», se decía 
la Dama de Shalott.

III


A un tiro de flecha de su alero
cabalgaba él en medio de las mieses:
venía el sol brillando entre las hojas,
llameando en las broncíneas grebas
del audaz y valiente Lanzarote.
Un cruzado por siempre de rodillas
ante una dama fulgía en su escudo
por los remotos campos amarillos cercanos a Shalott.
Lucía libre la enjoyada brida
como un ramal de estrellas que se ve
prendido de la áurea galaxia.
Sonaban los alegres cascabeles
mientras él cabalgaba a 
de su heráldica trena colgaba
un potente clarín todo de plata;
tintineaba, al trote, su armadura muy cerca de Shalott.
Bajo el azul del cielo despejado
su silla tan lujosa refulgía
el yelmo y la alta pluma sobre el yelmo
como una sola llama ardían juntos
mientras él cabalgaba a Camelot.
Tal sucede en la noche purpúrea
bajo constelaciones luminosas,
un barbado meteoro se aproxima a la quieta Shalott.
Su clara frente al sol resplandecía,
montado en su corcel de hermosos cascos;
pendían de debajo de su yelmo
sus bucles que eran negros cual tizones
mientras él cabalgaba a Camelot.
Al pasar por la orilla y junto al río
brillaba en el espejo de cristal.
«Tiroliro», por la margen del río cantaba Lanzarote.
Ella dejó el paño, dejó el telar,
a través de la estancia dio tres pasos,
vio que su lirio de agua florecía,
contempló el yelmo y contempló la pluma,
dirigió su mirada a Camelot.
Salió volando el hilo por los aires,
de lado a lado se quebró el espejo.
«Es ésta ya la maldición», gritó 
la Dama de Shalott.

IV

Al soplo huracanado del levante,
los bosques sin color languidecían;
las aguas lamentábanse en la orilla;
con un cielo plomizo y bajo, estaba
lloviendo en Camelot la de las torres.
Ella descendió y encontró una barca
bajo un sauce flotando entre las aguas,
y en torno de la proa dejó escrito 
La Dama de Shalott.

Y a través de la niebla, río abajo,
cual temerario vidente en un trance
que ve todos sus propios infortunios,
vidriada la expresión de su semblante,
dirigió su mirada a Camelot.
Y luego, a la caída de la tarde,
retiró la cadena y se tendió;
muy lejos la arrastró el ancho caudal, 
la Dama de Shalott.
Echada, toda de un níveo blanco
que flotaba a los lados libremente
—leves hojas cayendo sobre ella—,
a través de los ruidos de la noche
fue deslizándose hasta Camelot.
Y en tanto que la barca serpeaba
entre cerros de sauces y sembrados,
cantar la oyeron su canción postrera, 
la Dama de Shalott.
Oyeron un himno doliente y sacro
cantado en alto, cantado quedamente,
hasta que se heló su sangre despacio
y sus ojos se nublaron del todo
vueltos a Camelot la de las torres.
Cuando llegaba ya con la corriente
a la primera casa junto al agua, 
cantó su canción, ella murió, 
la Dama de Shalott. 

Por debajo de torres y balcones, 
junto a muros de calles y jardines, 
su forma resplandeciente flotaba,
su mortal palidez entre las casas,
ya silenciosamente en Camelot.
Viniendo de los muelles se acercaron
caballero y burgués, señor y dama,
y su nombre leyeron en la proa,
La Dama de Shalott.
¿Quién es ésta? ¿Y qué es lo que hace aquí?
Y en el cercano palacio encendido
se extinguió la alegría cortesana,
y llenos de temor se santiguaron
en Camelot los caballeros todos.
Pero quedó pensativo Lanzarote;
luego dijo: «Tiene un hermoso rostro;
que Dios se apiade de ella, en su clemencia, 
la Dama de Shalott».


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