La bella historia de Beren y Lúthien (recogida en la Balada de Leithian, "Liberación del cautiverio") comienza el día en que conoce a la princesa en los bosque de Doriath y ambos se enamoran. El rey Thingol se opone al matrimonio de ambos, pues no consentía en que su hija, perteneciente a la alta raza de los Eldar, se casara con un mortal. Pero finalmente accede a dar la mano de Lúthien sólo si Beren es capaz de traer uno de los legendarios Silmarils fabricados por Fëanor, y que se encontraban engarzados en la corona del mismísimo Morgoth. Esto ocasiona que la maldición de Mandos caiga sobre Doriath. En realidad, la intención de Thingol no es darle la mano de su hija a un hombre mortal, sino provocar su muerte en semejante búsqueda, o cuando menos que se rindiera de aspirar a tan alto premio como para Thingol representaba su propia hija.
Beren promete que no regresará a Doriath hasta que traiga uno de los Silmarils en la mano, aún sabiendo que iniciaba una de las tareas más difíciles encargadas a mortal alguno, debido a que para lograr su propósito tendría que internarse en las profundidades de las fortaleza de Angband y robarle de la corona misma de Morgoth uno de los Silmarils.
Para ello decide buscar la ayuda del príncipe Finrod Felagund, hermano de Galadriel e hijo de Finarfin. Finrod reconoce a Beren como hijo de Barahir, aún sin el anillo, y se ofrece a ayudarle, aunque se dio cuenta de lo mortal de tal cometido. Pero los nobles de Nargothrond, el reino de Finrod, se oponen, convencidos por los hijos de Fëanor Celegorm y Curufin (que por entonces residían allí), de manera que solamente diez elfos salen en compañía de Finrod y Beren.
Beren y Finrod parten en busca de los Silmarils, pero son capturados por Sauron en las mazmorras de Tol-in-Gaurhoth. Ahí, Finrod lucha contra Sauron, pero es encarcelado y muere en una oscura mazmorra, defendiendo a Beren de los monstruos de Sauron. Beren está solo y al borde de la desesperación, pero Lúthien acude desde Doriath en su ayuda. Con su poder derrumba las mazmorras, libera a Beren y se enfrenta al padre de los licántropos, el viejo Draugluin (que muere en la lucha), y luego al mismo Sauron. También Huan, el perro de Valinor, que pertenece a Celegorm pero demuestra un gran afecto por Beren y Lúthien, se enfrenta valientemente a Sauron, que se había transformado en licántropo. Sauron, vencido, abandona el cuerpo y huye como espíritu.
Beren y Luthien deciden viajar juntos hasta la fortaleza de Angband, y para ello Lúthien usa sus poder élficos y cambian sus formas por las de Thuringwethil, el murciélago mensajero de Sauron,y el licántropo Drauglin. De esta manera logran llegar a las puertas de la fortaleza infernal, que estaba vigilada por el gran y sangriento licántropo Carcharoth, criado por el mismo Morgoth. Lúthien lo pone a dormir.
Una vez dentro de la fortaleza llegan a la más profunda morada, donde Morgoth tenía su oscuro trono, "un palacio sostenido por el horror", y en presencia de Morgoth, éste les retira los disfraces. Lúthien entona entonces una melodía, y al verla ante él, Morgoth concibe pensamientos de una malvada lujuria y se distrae. Lúthien entonces lo pone a dormir usando una vez más sus poderes, y Morgoth cae al suelo. Beren, que se había escabullido bajo el trono, aprovecha la oportunidad y usando el cuchilo Angrist, quita uno de los Silmarils de la Corona de Morgoth. Pero al intentar retirar otro, el cuchillo se rompe y una de los pedazos hiere a Morgoth en la mejilla. Este empieza a despertarse. Beren y Luthien corren para escapar, mientras todos en Angband van despertando del sueño de la melodía de Lúthien, pero en las puertas de Angband son interceptados por Carcharoth, el cual los ataca rápidamente. Beren le hace frente, pero el terrible lobo le arranca la mano que sostenía el Silmaril y la devora. Carcharoth huye aullando por el dolor provocado por el Silmarirl en sus entrañas. Entonces, Beren y Lúthien son rescatados por las águilas, que llamarían a Beren a partir de entonces Erchamion (el manco).
Beren y Lúthien regresan a Doriath, el rey Thingol increpa a Beren por regresar sin traer el Silmaril, a lo que Beren responde que ha cumplido, pues el Silmaril está en su mano derecha, y le muestra la mano amputada (este acontecimiento provocó que también se le llamara Calmost que significa mano vacía). Thingol comprende, su ánimo se dulcifica y finalmente, acepta que Beren despose a Lúthien.
A la vez, Carcharoth, enloquecido por el dolor causado por el Silmaril en su interior, causa muchas muertes y desastres, llegando incluso a internarse en Doriath a pesar de la Cintura de Melian, debido al poder de la Joya. Beren, sintiéndose responsable, decide darle muerte, así que junto al rey Thingol se dirigen al encuentro de Carcharoth. Sin embargo, este los ataca por sorpresa, dejando gravemente herido a Beren. En este momento aparece nuevamente Huan, quien se enfrenta con Carcharoth. En esta batalla, ambos animales mueren. Cuando abren a Carcharoth, encuentran que todo su interior está calcinado, y ven la mano intacta de Beren sosteniendo el Silmaril.
Beren muere posteriormente, debido a la heridas ocasionadas por Carcharoth, aunque Lúthien le obliga a prometer que la esperará en la orilla del Mar Occidental antes de dejar el mundo. Lúthien no puede soportar la pena y deja la Tierra Media, y finalmente se reunen en Aman. En las Estancias de Mandos y allí canta una canción tan bella que conmueve al mismo Mandos, señor del lugar y famoso por su inconmovilidad.
...y cuando Lúthien se arrodilló a los pies de Mandos, sus lágrimas cayeron como lluvia sobre la piedra, y Mandos se conmovió, él que nunca se conmoviera antes y que nunca se conmovió después.
Los Valar entonces piden a Eru que intervenga, y Manwë les comunica la decisión del Único: a Lúthien se le permitiría vivir en Valinor hasta el fin de sus días como recompensa por su abnegación, pero Beren tendría que abandonar el mundo, pues tal es el Destino de los Hombres; o bien regresar ambos a la Tierra Media como mortales, y vivir unos pocos años más, luego de los cuales ambos abandonarían el mundo para siempre. Esto último elige Lúthien por amor a Beren. Regresaron primero a Doriath, donde Lúthien reconfortó a sus padres, y fueron entonces a vivir a los bosques de Ossiriand, a Tol Galen en el Río Adurant (lugar desde entonces conocido como Dor Firn i Guinar, "la Tierra de los Muertos que Viven") donde posteriormente nace su hijo Dior Aranel, el Hermoso o el Heredero de Thingol.
JRR Tolkien's Silmarillion: The Story of Beren & Luthien Documental completo (9 partes) en inglés.
Aqueos y troyanos enfrentados en una cruel guerra durante años por una mujer y los caprichos de los dioses. La historia de la Guerra de Troya bajo una nueva mirada, aunque ateniéndose más a la obra original que la versión cinematográfia.
El periodo védico (o era védica) es el período en el que se compusieron los Vedás, los textos sagrados más antiguos de los indoarios. Basándose en evidencia literaria, los estudiosos ubican esta época en el periodo que va desde fines del II milenio y mediados del I milenio a. C. hasta el siglo VI a. C.
La cultura relacionada con este periodo, a veces llamada «cultura védica», está centrada en las zonas norte y noroeste del subcontinente indio. Su fase más antigua vio la formación de varios reinos. En su fase más moderna (desde el 600 a. C.) vio el auge de las pequeñas repúblicas Maja Yana Padas, y que fueron sucedidos por el Imperio mauria (desde ca. 320 a. C.) la edad de oro, la era clásica de la literatura sánscrita, y los reinos medios de la India.
El vedismo es la religión del periodo védico,1 históricamente anterior al hinduismo.Está basada en los cuatro antiguos textos sánscritos llamados Vedas. Son recopilaciones de himnos, colecciones de oraciones, fórmulas de consagración y expiación dirigidos a los dioses:
El Rig-veda (el ‘Veda de los himnos’), el texto más antiguo de la literatura de la India, de mediados del II milenio a. C.), texto épico-religioso con 1028 himnos (denominados rik) dedicados a múltiples dioses.
El Sama-veda (o ‘Veda cantable’), que consiste un 96% en himnos del Rig-veda, ordenados de manera diferente.
El Iáyur-veda (o ‘Veda del sacrificio’), que consiste en un tercio de himnos del Rig-veda.
El Átharva-veda (o ‘el Veda de [el sabio] Átharvan’), himnos para contrarrestar maleficios en un sacrificio de fuego.
Los textos de este periodo védico, compuestos en un tipo antiguo de sánscrito llamado sánscrito védico, son principalmente los cuatro samjitas (textos principales) védicos, pero también se consideran védicos los textos Bráhmanas.
Los Vedas registran la liturgia relacionada con rituales y sacrificios que deben realizar 16 o 17 sacerdotes shrauta y los purojita. De acuerdo con la tradición, los himnos védicos fueron revelados a los rishi (sabios), quienes más que autores se consideran «oyentes» (justamente shruti significa ‘lo que se escucha’). Sin embargo, los himnos del Rig-veda claramente indican que fueron escritos por autores individuales quienes competían unos con otros y buscaban una recompensa monetaria por los jefes locales.
fuente de los textos Wikipedia
(eBook) Origins of Vedic
Civilization
Kenneth Chandler, Ph.D.
Origins of Vedic Civilization
Did Aryan Invaders of India Create the
Vedic Tradition?
How Ancient is the Vedic Tradition? New Light on the Cradle of Civilization
India and the West
The Flow of Science and Mathematics from India to
Arabia and Europe
Fragmento de Dioses y Robots sobre la destrucción de las bibliotecas.
José Alvarez López Editorial Kier, 1970 - Argentina
La eterna y enconada persecución del pensamiento es un fenómeno considerado hasta ahora un accidente explicable en cada caso en base a circunstancias particulares; en vista de su universalidad debería más bien pensarse en un proceso psicofisiológico propio del ser humano; algo así como una componente instintiva del hombre. El odio a la cultura y la destrucción- de sus valores, fenómeno universal, justifica el hermetismo de los antiguos sabios y su actitud alejada de la sociedad; explica la permanente y sistemática quemazón de las bibliotecas; aclara la extinción de la antigua cultura -cosas de todos conocida- y de la antigua tecnología, cosa no tan conocida de todos.
El hermetismo de los antiguos sabios es un lugar común para cuantos leen documentos antiguos. Aparece en todas las tabletas cuneiformes la necesidad de guardar el secreto; Heródoto constantemente explica que no le está permitido hablar sobre ciertos temas egipcios. Los griegos, a costa de grandes sacrificios, lograron ser admitidos en algunos santuarios de Oriente y Egipto; muy pocos de ellos lo fueron y aún como lo subraya Estrabón, los sacerdotes se guardaron para sí lo mejor.
Respecto a la quema de bibliotecas, se podría percibir -y es extraño que no se haya hecho- un extenso tratado. Bastará dar un pequeño resumen de esta singular piromanía colectiva para dejar en el ánimo de todos la sensación de algo más que una simple sucesión de accidentes.
Comenzando por el debido lugar, debe hablarse de la quemazón de la Biblioteca de Alejandría en donde los Ptolomeos en un esfuerzo magnífico, quisieron reunir todo el saber humano. Fue una verdadera obsesión de estos reyes que compraban y requisaban cuanto manuscrito era obtenible en el mundo antiguo, sin reparar siquiera en esos aspectos religiosos e ideológicos. Gracias a ellos se salvó la Biblia, pues la traducción de los "setenta" fue hecha a pedido de los Ptolomeo que querían contar, también, con los libros de la sabiduría hebrea. Estos, sin embargo, como sostiene Josefa no dieron a los Ptolomeo todos sus libros sino una pequeña parte de ellos los demás, por consiguiente, se perdieron. Las traducciones alejandrinas son lo que constituye nuestro "Canon". La Biblioteca -así con mayúscula- recibió su primer bautismo de fuego estando Julio César en Alejandría; una nave romana incendiada, pegó fuego a toda un ala de la Biblioteca. El segundo proceso fue mucho más importante y se produjo bajo Theodosio. Dio fin a la obra el califa Ornar que quemó lo que había quedado -que era bastante, pues durante meses los baños de Alejandría se calentaron con papiros y pergaminos. En forma desordenada, sin hilación, podemos mencionar toda la literatura china quemada exhaustivamente –a la manera china- por el megalómano Che Hoang-Ti en 213 a C Este fue el apogeo de los Tsin; bajo los Han, sus sucesores, se reconstruyó una minúscula parte de lo destruido por el pirómano y ya bajo Gai Ti se contaban 33.090 manuscritos.
De los Incas se dice que no tuvieron escritura, pero se conocen dos clases de Quipus, cuerdas de colores con nudos de varios tipos uno de los cuales de acuerdo con estudios hechos en base a la Teoría de Informaciones, era un sistema de escritura. Las "quíputecas" fueron incendiadas por la gente de Pizarro; pero éste tuyo como antecesor a un lejano inca quien mandó quemar toda escritura y prohibió, bajo pena de muerte, hasta la venta de papeles y pergaminos. Esto explica por qué los eruditos "amautas" tuvieron que recurrir a los quipus.
Sin salirnos de América, merece recordación la quema de Mérida donde en una sola noche se quemaron cientos de estatuas y miles de "amates" (papiros). En pocos lugares como México llegó la quema de bibliotecas a tan alto nivel: No ha sido posible reconstruir nada de la primitiva cultura maya concentrada en bibliotecas de decenas de millares de volúmenes, milagrosamente salvados de la barbarie azteca. De la vasta cultura quiché sólo se salvó el Popol Vuh, por la transcripción que el dominicano Jiménez hizo en caracteres latinos del texto en lengua original. Pedro de Alvarado -nuevo Cambises- quemó, en 1524, la ciudad de Utatlán con sus monumentos, sus reyes y su inmensa biblioteca.
A Alejandro Magno, recolector de manuscritos, hay que adjudicarle la quema de la monumental biblioteca de Tiro. Lo que coleccionó Alejandro en el Antiguo Oriente fue a parar a la Biblioteca de Macedonia, la que a su turno fue quemada por los turcos. Sabemos muy poco de las famosas bibliotecas de Uruk -llamada, según Máspero la "ciudad de los libros"- parte de cuyos ladrillos pasaron a las de Nínive y Akhet-Atón. Había allí reunidas tal cantidad de tabletas cuneiformes que todavía hoy se apiñan en los museos de Londres y Berlín toneladas de inscripciones aún no traducidas -dicen que por falta de fondos. Las extensas listas de libros egipcios mencionados por Clemente en su "Stromatum" -y que también aparecen en los catálogos de los templos de Edfu, Denderah y Abydos- nos dan una idea de las sucesivas quemas que agotaron aquellos antiguos tesoros. El famoso Cambises, que "quemó" hasta los obeliscos en su gira incendiaria por Egipto, redujo a cenizas millones de papiros. El célebre decreto de Theodosio, dando por terminado el mundo antiguo, fue el salvo conducto para el arrasamiento de bibliotecas enteras en el Oriente y Egipto. No se sabe cuál fue el destino de las bibliotecas de Lacedemonia, pero el rey Areo, en una famosa carta, habla de ellas.
Para no hacer un tratado y sólo mencionar de paso algunos episodios, recordaremos el incendio de Jerusalem en el año 70, y en donde había multitud de libros recogidos en el Oriente y Egipto: era tal la cantidad de libros que entre ellos se perdió la Biblia, reencontrada con gran alborozo en tiempos de Josías. Cerca de un millón de manuscritos se quemaron en la segunda biblioteca -en importancia- del mundo antiguo: La biblioteca de Córdoba donde pacientemente los Omeya habían acumulado manuscritos traídos por emisarios y distribuidos en todo el mundo, pagándolos al precio de joyas y de oro. La de Cartago fue quemada por Escipión, y dicen que parte de sus manuscritos fueron donados al rey de Mauritania; pero es una justificación de algunos cultos romanos quienes ya cargaban sobre sí la responsabilidad de la extinción de las numerosas bibliotecas de Etruria. Se habla de una legendaria biblioteca de Tartesos que fue quemada por los cartagineses; de una biblioteca celta -cuya ,existencia queda garantizada por Clemente quien habla de la sabiduría celta- que, escrita en cortezas similares a los papiros, y colectada en un convento, fue quemada por monjas irlandesas. Se sabe que la hermosa biblioteca coleccionada por Carlomagno y Alcuino reuniendo el saber antiguo y haciendo escribir por multitud de copistas los textos de la cultura germánica, fue incinerada por sus sucesores.
La lista sigue indefinidamente; habría que añadir las quemas individuales como las que invariablemente acompañaban a los autos de fe; la que el Senado Romano ordenó sobre los libros de Numa: la de Diocleciano cuando quemó los libros científicos que había en Roma; los libros de Protágoras quemados por el gobierno ateniense; los nueve libros de Safo quemados hacia el 1100; los volúmenes quemados para apuntalar posiciones políticas e ideológicas; los quemados por lectores que luego de haber "aprehendido" todo su saber querían tener el monopolio de la sabiduría: como fue el caso del famoso Nostradamus -quien quemó libros egipcios heredados por su familia donde aprendió las reglas higiénicas que le hicieron famoso en la prevención de las epidemias medievales. En esta lista de quemas pequeñas podemos incluir infinidad de casos coma el de los libros escritos por Roger Bacon que a su debido tiempo fueron a la hoguera -aunque en descargo de los antiguos pirómanos hay que aclarar que el resto de su obra aún hoy duerme sin ser editada en los archivos de Oxford y Leyden y esta lista interminable la detenemos aquí.
¿Tiene algo de extraño después de repasar todo esto que la antigua tecnología desapareciera sin dejar rastros?
El camino del héroe o el viaje del héroe es un patrón que se ha encontrado en las historias y leyendas populares. Según los estudios del mitógrafo Joseph Campbell, el héroe suele pasar a través de ciclos o aventuras similares en todas las culturas.
Esto está resumido en la tríada Separación - Iniciación - Retorno.
Los doce estadios del viaje del héroe
Mundo ordinario - El mundo normal del héroe antes de que la historia comience.
La llamada de la aventura - Al héroe se le presenta un problema, desafío o aventura.
Reticencia del héroe o rechazo de la llamada - El héroe rechaza el desafío o aventura, principalmente por miedo al cambio.
Encuentro con el mentor o ayuda sobrenatural - El héroe encuentra un mentor que lo hace aceptar la llamada y lo informa y entrena para su aventura o desafío.
Cruce del primer umbral - El héroe abandona el mundo ordinario para entrar en el mundo especial o mágico.
Pruebas, aliados y enemigos - El héroe enfrenta pruebas, encuentra aliados y confronta enemigos, de forma que aprende las reglas del mundo especial.
Acercamiento - El héroe tiene éxitos durante las pruebas
Prueba difícil o traumática - La crisis más grande de la aventura, de vida o muerte.
Recompensa - El héroe ha enfrentado a la muerte, se sobrepone a su miedo y ahora gana una recompensa.
El camino de vuelta - El héroe debe volver al mundo ordinario.
Resurrección del héroe - Otra prueba dónde el héroe enfrenta la muerte y debe usar todo lo aprendido.
Regreso con el elixir - El héroe regresa a casa con el elixir y lo usa para ayudar a todos en el mundo ordinario.